lunes, 2 de agosto de 2010

Crónica De Una Muerte Sin Motivos

-¿Para que tengo que hacer ésto? ¿Ustedes no lo vieron?
-Si, pero queremos que usted lo diga, así queda archivado en nuestros datos.
-Bueno, no tengo nada más que perder. Escapaba por el frío centro de la ciudad, escapando de él, la persona que me había perseguido tres horas antes, el se estaba marchando cuando sucedió. ¿Está bien así?
-No, inténtelo de nuevo, pero ésta vez, sea más detallista.
-Bueno, todo era perfecto tres horas antes de todo eso, cenaba con mi familia, estábamos felices con mi señora, cuando mi hijo dijo su primera palabra, entre felicidad, risas y alegría, ese loco derribó nuestra puerta, y sujetando un rifle, apuntó a mi cabeza.
No sabía que quería, pero hice lo que me decía de manera instantánea. Salimos de mi residencia, el nervioso, yo asustado, de mi cabeza no salía el lloriqueo de mi hijo, trás mi secuestro, ni tampoco salía la imagen de mi querida mujer, sujetándolo para protegerlo de todo.
En fin, la primera hora, la pasamos dando vueltas por la ciudad, en mi auto, traté de entablar conversación con él mientras manejaba y miraba a donde iba, pero él, seguía mirando mi sien, la cual tapaba con su arma, y no paraba de gritarme que me diera prisa. Lo raro era, que nunca me dio un lugar de destino, al cual ir, yo hacía todo lo que me decía, y en ese momento le pregunté a donde quería que lo llevara. No me respondió.
"Pará acá" dijo seguro, cuando pasamos por un callejón. Bajamos del auto y me apoyó contra un frío muro de ladrillos, sin dejarme de apuntar con el cañón de su arma.
"¡Te voy a matar!" decía fuertemente, no le importaba nada, sabía lo que estaba haciendo, pero se me dio por preguntarme porqué lo hacía, si yo no lo conocía, si jamás lo había visto.
Me di vuelta, y sorprendido esperó a que me explique. "¿Que te hice? ¿Te conosco?", le pregunté, pero siguió sin responder a mis palabras.
Entonces bajó la mirada para mirar su reloj, y exclamó algo que no pude entender, pero aprovechando su desconcentración, me avalancé sobre él, ambos caimos al suelo, el rifle se disparó, provocando un estruendo en toda la zona. Estaba sobre el, y lo levanté, para dejarlo caer brutalmente en la acera. Él quedó tirado ahí, donde lo había soltado, creía que estaba muerto, y vi mis manos manchadas asustado, pero me tranquilicé al escucharlo respirar.
Me levanté, aparté el arma de él, y salí corriendo.
La segunda hora, la pasé corriendo, buscando a un oficial que me ayudara, pero ninguno creía en mi historia, actuaban desprocupados, como si fuese lo más normal del mundo que a alguien le suceda lo que a mi me pasaba, dos o tres se reían ante mi, pensaba que estaban borrachos, pero no, estaban bien al tanto de lo que eran, policías, ya que salieron corriendo a su misión cuando a cada uno por separado los llamaban por el altavoz de sus patrullas. No lo podía creer, yo escapando de un loco, y nadie apoyándome o ayudándome, ¿Y mi esposa?, ¿Mi hijo?, ¿estaban bien?, sigo sin saberlo.
La última hora, caminaba solitariamente por el centro, me quedé mirando, sentado desde una banca, como cambiaban las luces de un semáforo, me quedé así hasta dormirme, cuando minutos después escuché nuevamente su voz.
"Levantate" me dijo apuntandome nuevamente con el rifle. Me levanté, y me le quedé mirando indiferentemente.
Sonrió y dejo ver su mala dentadura, yo ya estaba deshecho, no quería correr más, y me arrodillé frente a él. "¡Matame ahora!", le grité.
Se quedó sonriendo siniestramente, se dio la vuelta, y se fue caminando.
Con esperanzas, salí corriendo para el lado contrario, sonreía, sentía el fresco de la noche, cuando escuché el estruendo de su arma.
Ese ruido fue eterno para mi, me asustó, pero antes de sentir miedo, sentí el dolor.
La bala se escabulló velozmente en mi espalda, caí nuevamente de rodillas, pero sin entender nada, un segundo estruendo escuché, y otro dolor punzante me dió cerca del anterior.
Quedé rendido en el suelo, mirando para un lado, mientras escuchaba sus pasos alejarse de mi, y de mi vida, la vida que se perdía. Morí.
¿Está bien así?
-Si, muchas gracias, ya puede entrar.
Aquellas rejas entre las nubes, se abrieron, y el entró.

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